Porque no nos vamos a engañar. Las Navidades son geniales y las vacaciones también, pero que levante la mano el/la que no haya pensado en pedirle a los Reyes Magos que se llevaran a sus vástagos aunque fuera un ratito.
Si, al principio cogemos las vacaciones como sí fueran lo más: no madrugar, ni correr, ni gritar con los deberes, ni pelear con la ropa.... Pero al final, seguimos madrugando porque, A. Tenemos qué trabajar; B. Los niños se siguen levantando pronto y te llaman para desayunar, poner la tele o porque sí. Terminamos corriendo porque hay muchas cosas que hacer (digase preparar fiestas, ayudar a los pajes, comprar ropa para nochevieja....). Gritamos porque dejan los deberes para el último día y ahí tenemos a algunos que ayer mismo los terminaran. Y, por supuesto, seguimos peleándonos con la ropa. Yo al menos, juro que en mi casa los cestos de ropa para lavar, los montones y la ropa suelta, se reproducen de una manera....
En fin, que ayer mientras preparábamos los uniformes, mochilas y meriendas, muchos de nosotros suspirábamos aliviados. Reconocedlo.
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