sábado, 25 de enero de 2014

Sólo para Madres.

Ser mujer no es fácil. Una frase que ha sido nuestra realidad durante toda la historia de la humanidad. Algo por lo que nuestras antepasadas han luchado denodadamente. Por lo que mucha gente quiere cambiar. Algo que ha día de hoy sigue siendo verdad. Y que, además, es una realidad fisiológica. Y no pasa nada. Yo no quiero ni tengo que ser como un hombre; no valgo, ni más ni menos por ello.

Ser mujer, muchas veces es un rollo. Las hormonas para arriba, las hormonas para abajo…. Los dolores por todo el cuerpo, la regla… Y qué me decís de depilarte! Porque aunque somos muy modernas y escuchamos cosas como "son imposiciones de la sociedad", la que más y la que menos, se las ve y se las desea con los pelos de su cuerpo (cabeza y más abajo). Y quieres estar mona y delgada y estilosa como las modelos de la revista, que todas dicen que lo suyo es "genético" y hacen mucho deporte… ¡Y una porra! Mi madre era muy delgada, mi abuela y mi tía un palo y yo engordo del aire (del aire y del pan, que me encanta) y hago deporte, tres horas a la semana y cuando llega la hora de ponerme biquini tiemblo. En fin…

Sin embargo, ser mujer es lo más maravilloso del mundo. Porque nadie como una mujer sabe lo que es tener un bebé en la barriga. La sensación de "burbujitas" cuando empiezas a notar a esa cosita preciosa que tienes dentro. Cuando se mueve al oírte hablar; la manía de tocarte la tripa todo el tiempo… Ver nacer una personita de tí misma es lo más emocionante que le puede pasar a una mujer. Y no puedo ni imaginarme lo que debe sentir una mujer que quiera y no pueda quedarse embarazada.

Recientemente llegó a mis manos (bueno más bien a mi Ipad) un libro extraordinario de Ann Hood titulado "El hilo rojo".  Retrata un grupo de personas que inician el proceso de adopción en China. Cuenta la evolución de las personas a lo largo del proceso, desde que se plantean la adopción, hasta que  les entregan las niñas. Y también cuenta la tragedia de aquellas madres asiáticas que se ven obligadas a separarse de sus bebés.

Me lo leí en tres días. Me emocioné tanto que no he podido evitar compartirlo con vosotros.

  

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